jueves, 18 de octubre de 2012

Nos vamos de exploración: Ruta dos Arrieiros

Todas las indicaciones con distancias. Perfecto para caminantes apurados.
Los Séptimos son días fantásticos, pero tienen una limitación. Duran 24 horas, como un domingo ordinario. Esto hace que las rutas de senderismo asequibles cerca de la ciudad se vayan agotando. Por eso ha llegado la hora de investigar nuevas opciones.
La gravilla del camino es más oscura que la natural, de forma que perderse es imposible incluso para mí.
Lo maravilloso que tenemos en Galicia (al igual que en muchas otras comunidades) es que en los últimos años se le ha dado un gran impulso a esta actividad, y cada vez son más los Concellos que deciden reabrir caminos ya olvidados. Mis compañeros habituales de caminatas propusieron una, y allá nos fuimos, con chubasqueros, paraguas, botas y todas las ganas. Y claro, yendo así… nunca defrauda.
Y después de la lluvia...
A ruta dos Arrieiros, no Carballiño, es una de esas magníficas posibilidades para casi cualquier época y disponibilidad http://www.magrama.gob.es/es/desarrollo-rural/temas/caminos-naturales/caminos-naturales/sector-noroeste/dos-arrieiros/dos_arrieiros.aspx  Lo más curioso de la ruta es que, al transcurrir alrededor del río Barón, se pueden hacer varios circuitos de diversas longitudes, con visitas a lo largo del trayecto más que interesantes (iglesias, pueblos abandonados, miradores). Y lo mejor del asunto es que todo viene indicado con carteles que nos informan de las distancias que hay hasta esos puntos, de modo que el caminante podrá decidir en función del tiempo y de las ganas hasta dónde llegar en su incursión.
Llega la calma. ¡Bonitas rocas!
Nuestra tarde comenzó en la villa de O Carballiño, donde, ingenua de mí, pretendía encontrar abierta la oficina de turismo. Pues no. Cierra los domingos. Porque total, si alguien viene de visita, lo hará en horario laboral, como la gente decente, ¿no? Pero a pesar de los contratiempos, yo no me quería quedar sin referencias para buscar la ruta, de  forma que hicimos parada técnica en el edificio del Concello, donde la policía sí trabajaba (es que si no…). Nos informaron de lo bien cerrada que estaba la oficina de turismo, y de a dónde ir para comenzar el camino. Yo sabía que ninguna incursión en un edificio público caería en saco roto.
En el pueblo abandonado de Sona aún hay viñedos que decoran el otoño.
 Nos indicaron el lugar  que también indicaba la mayoría de páginas de la red, y tras varios intentos fallidos y socialización con las vecinas de la zona de por medio (quien quiere GPS si se pueden hacer amiguitos) lo logramos. Desde O Carballiño, y tomando la antigua carretera de Ribadavia (y en ese sentido), encontraréis a mano derecha una indicación hacia el pueblo de Barón/Varón (los carteles dudan) y el comienzo de la ruta. Si buscáis información acerca de esta veréis que cada quien da una longitud distinta: eso es debido a la peculiaridad que os he mencionado, en el que las opciones y las distancias son múltiples. Nosotros hicimos un recorrido acorde con los días cada vez más cortos (teniendo en cuenta además de que costó encontrar el sitio), en total, unos 9 km.
Encuentros en la tercera fase. La pregunta es ¿legal o ilegal?
Dejamos el coche en el pueblo. Técnicamente el camino comienza 1km antes, en Fonteantiga, pero no investigamos hacia ese lado, y decidimos empezar desde donde estábamos…
La lluvia caía fina, el frío se empezaba a calar hondo hasta que las cuestas consiguieron encender la circulación. Observaréis que en esta ocasión las indicaciones que encontraréis no son las universales del senderismo (marcas blancas y amarillas), sino los propios carteles explicativos de la ruta y los carteles indicadores. Además, el camino a seguir está marcado por una gravilla diferente, más oscura, que os puede ayudar a resolver dudas puntuales.
De esta forma llegamos al ramal de la Fraga, que dejamos a nuestra izquierda para ir hacia el pueblo abandonado de Sona, que en su momento fue importante núcleo de población.
Pilas de agua para los caballos de los arrieiros.
Y allí nos encontramos con Julio.
Julio es un vecino de la zona al que le encanta caminar y que se conoce el terreno como nadie. Buen conversador y amabilísimo compañero de ruta, pudimos compartir con él varios quilómetros, porque decidió ir en nuestra dirección. Lo cual fue todo un lujo, porque nos dio las claves del camino y nos amenizó una tarde coincidiendo con la salida del sol que decidió dejarse ver para caminar un rato con nosotros. Y es que encontrarse a una persona de estas características en aquel pueblo de casas derruidas, antiguas pilas para caballos que simplemente eran demasiado pesadas para que las llevasen, donde ni siquiera estábamos del todo seguros de a dónde conduciría nuestra tarde, te da la magia que tanto se necesita. Ahora esa ruta es mucho mejor. Y ¡qué leches! Cuando vayáis, acordaos de mis palabras. Si veis a un señor mayor, pero de sonrisa franca y buen paso, preguntadle el nombre. Y si eso, caminad juntos y luego invitadlo a un café. Será lo menos.
Julio nos explicó que mucha gente comienza la ruta desde otro punto, llamado Mesego, donde hay un área recreativa con mucho sitio para aparcar. Desde ese punto se puede visitar una iglesia y hacer el tramo que no completamos nosotros, que decidimos tomar el ramal de Covelo para que no se nos echase el tiempo encima. Por otro lado, desde Sona podéis tomar diferentes ramales para ampliar la ruta, muy bonitos, y que espero llegar a relataros en este blog. También nos contó que la gente de Sona se trasladó al pueblo que hay al otro lado de la general (de hecho, pasáis al lado de ella en uno de los tramos), porque se había abierto una fábrica de madera. Y es que hay que ir a donde haya trabajo (esto me va sonando).
Caminos que nos conducían al profundo del bosque...
Nuestros caminos se separaron poco después de pasado el ramal de Penedo, donde nos despedimos de Julio. El tramo que quedaba nos había avisado de que estaba más complicado, porque estaban a la espera de poder limpiarlo. Y es que cuando en los ayuntamientos no hay dinero, estas son las cosas que primero lo notan. Pero a pesar de eso, el camino está bastante practicable y sin pérdida, porque se mantienen las señalizaciones.
Carteles explicativos de la ruta. ¡Si es que no hay dudas!
Y así, entre bosques, descubriendo setas y devorando las castañas que habíamos asado a mediodía, se pasó la tarde. Aplauso, ovación, y la ola hacia un lado y de regreso para una de las rutas más bonitas que he visto. Animaos todos, y no lo olvidéis: contádnoslo.
Gran casa abandonada.
De momento, yo os dejo las fotos que atestiguan una pequeña fracción de la belleza de la zona.
Momentos mágicos.
Setas en familia... La de atrás era un poco díscola.
Como podéis ver, este ha sido un Séptimo más que especial. Siempre es maravilloso hacer nuevos amigos, como Julio, o practicar nuevas rutas para poder compartir con vosotros. Mientras, un austríaco subía en globo a la estratosfera. Unos por arriba, otros más en la tierra, pero todos descubrimos cosas nuevas. He de decir que no vi el salto: lo escuché por la radio de regreso a Ourense. ¡Teníamos una ruta que cumplir! Para que luego la gente diga que la vida no tiene sus emociones…
¡Hasta el Séptimo que viene!



Cuando sale el sol tibio de octubre...
...y el cielo pinta con nubes el otoño.












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