domingo, 1 de julio de 2012

Los mercadillos medievales de verano




La plaza mayor se viste de largo y el olorcillo de las pizzas y los crepes (todo muy medieval, oigan) hace que la gente salga de sus casas y hasta se olvide temporalmente del fútbol (bah, esto último es mentira, pero como estoy redactando al calor del sonido de las trompetas del Juici... esteeeeee, de la celebración de la Eurocopa, pues los chascarrillos salen solitos de mis dedos).



 Me confieso adoradora de estas cosas. Y si se combinan con el arte del disfraz (léase cosplay en su extensión para los más aventajados) y de la interpretación como ocurre en la Festa da Istoria de Ribadavia (cita más que obligada para todos aquellos que disfrutan de un sábado sin ora et labora), entonces se convierte en quasiorgásmico. Pero dejando de lado el hecho de que esa no va a ser una cita que nos ocupe este verano (tranquilos, aún no me tiro por el balcón), hay que reconocer que el ambiente que se forma por las calles del casco vello de nuestra ciudad invita a dejarse llevar. Y por supuesto, si vas cámara en mano, todo se convierte en matices...

De todo. Incluida una inverosímil exposición a modo cuadra medieval con un gorrinillo y una cabra que poca culpa tenían de estar en el pack alquilable. Una zona para niños con unas atracciones de dudosa seguridad, pero bastante graciosas. Véase un "pasillo de obstáculos", donde el señor medieval movía unas hachas de madera medievales con bastante medieval ojeriza para hacerle sun par de moratones (estos, muy medievales también) a los niños (menos medievales, con expresión de "yo sólo quería unos churritos") . Hasta contaban con un lugar donde poder practicar tiro con arco en condiciones mínimas de seguridad, con un arma que se desmontaba sola de puro agotaminento y una diana con una manzana en la que el gusano estaba hasta el colodrillo de tanto Guillermo Tell. Pero qué queréis que os diga, tiene ese saborcillo de la novedad y la diversión, de la curiosidad y de las sorpresas en cada esquina. Incluido el toque fun-da-men-tal de serie B de cada día con la calle-exposición de torturas medievales (no veas cómo se pinta la somatización en las caras de la gente).
 
Tiovivo con motivos de los inventos de Leonardo DaVinci. Lo malo es que parece que la gente no se fiaba de dejar a sus hijos a merced del destino (medieval)

A punto de montar en eso sólo por ver cómo de letales podían ser las hachas de poliexpan...


Y si al final de un largo discurrir por las calles puedes sentarte bajo un tenderete de estilo marroquí y degustar un té moruno con el que por cierto, te regalaban el vasito, pues qué queréis que os diga...

¡Demonios! (¡Rayos y Retruécanos!)

Interesadísimos en los métodos de tortura. Nunca sabes cuándo te puede hacer faltar arrancar la piel de alguien a tiras...

Desde luego, siempre rodeados de público, sabían cómo regalarme las fotos.

Incluidas unas pastas riquísimas de dátiles y semillas de sésamo *¬*


Ha sido un gran domingo.

Y con este espíritu renovado comienza una nueva semana!

Hasta el séptimo que viene.




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