Hay fechas
que son para celebrar. ¡El cumpleaños de una amiga que además en cuestión de
tres semanas se marcha a Madrid de séneca es una de ellas!
Nuestro fin
de semana empezó con la gran alegría de salir antes de lo esperado de la
academia, con lo que realmente este Séptimo es Séptimo y Un Cuarto (cosa que me
llena de orgullo y satisfacción). Una cena a la que íbamos a llegar pudiendo
incluso arreglarnos (vamos, sacar las telarañas de la semana), una salida
nocturna que prometía lluvia pero al modo “regular politician” (vamos, que ni
gota), y una domingo con horas de sueño matutinas y arte y recolección
vespertinas. Vayamos por partes.
Nada como ir a casa de una persona que te cede zapatillas suaves y mullidas para no tirar de tacones ;) |
Parece que tengo cierta obsesión con las mesas llenas de comida, ¿no? |
Risas,
juegos, conversaciones demasiado tiempo aplazadas que había que solucionar ;)
Un secreto: si os dicen que os acerquéis a comprobar que dentro hay peces, no lo hagáis. Es un ourensano chistoso. |
La noche
ourensana tuvo que esperar a la madrugada del domingo para escuchar el
repiqueteo de nuestros pasos. Encuentros con compañeros en una ciudad que poco
a poco se cobra su venganza de agosto, dejándola vacía por el día, pero que
curiosamente, mantiene su sabor nocturno. Bares con gente charlando
animadamente, diferentes pubs que ofrecen gran variedad de estilos y un tiempo
ciertamente mejor del que auguraban. En definitiva, bailes, risas y unión de
grupos, marcha animada hasta rayar el alba.
Nunca las
despedidas son tristes cuando sabes que volveréis a veros en menos de una
semana, así que cada uno a su cama, a disfrutar en los brazos de Sueño sin
pensar en despertadores...
Pero claro.
Eso vale para vosotros, amantes del Séptimo. Pero yo… yo tengo un problemilla.
Y es que tengo unos ritmos diurnos alóndricos. En definitiva, 5 horas de sueño
y yo estaba con los ojos como platos. ¿Qué hacer? Pues lo que mejor se me da:
disfrutar de una mañana de inactividad por casa. Levartarse, recoger las cosas,
lavarse el pelo y todo con la calma deliciosa de quien sabe que esas horas son
suyas. Y sobre todo… pensar en manualidades ;)
Aunque luego todo fue más complicado de lo previsto... Ya os contaré. |
El domingo
que viene será una fecha especial. Se acerca una de mis citas coruñesas por
excelencia del año. No quiero revelar muchas cosas, pero quiero que sepáis que
he desbloqueado un logro: he conseguido hacer un cosplay en el verano del MIR.
En realidad
está al 98% porque me queda darle el “ritmo” (vamos, escribirlo, ya lo
entenderéis). Pero no queda nada, nada.
Pero a ver
qué os pensáis. Estas manualidades llevan un par de horitas. Había mucho
domingo por delante. Decidí que era hora de una tarde familiar: pueblo y
recogida de azafrán (¡segunda tanda!). Disfrutar de la maravillosa huerta de mi
madre. Sentir la calma. Dejarte llevar por los verdes y los amarillos. Dejarse
ir y trotar por los montes.
Y llegar en buena hora a casa para descansar y recuperar todas esas horas que me salté después de la noche. ¿Quién da más?
El azafrán de mi madre. Precioso, ¿verdad? |
Unas manzanitas en el huerto. Es que estaba de un bucólico... |
¡Soplad conmigo! A la una, a las dos... (dioses, más cursi y vomitamos tous ensemble...) |
Este ha sido
un gran domingo. Muy completo,
disfrutándolo con gente diferente y en contextos diferentes. Pero seguro que
vosotros habéis pasado un día igual de agradable. Y si no, ya lo sabéis, espero
que esto os dé ideas para otros domingos vuestros…
Con la
sonrisa puesta, hasta el Séptimo que viene!
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