jueves, 20 de septiembre de 2012

Baiona, A Real (verídico). Primera Parte.

El cazador de metal.

Mi trono de piedra. Soy muy posesiva en lo que él se refiere. Cada año podéis vernos en familia sentados admirando los dominios. Verídico.
¿Por qué?, preguntáis algunos. ¿Qué pasó que no hay actualización?, preguntáis otros.
Si esas voces que preguntan están sólo en tu cabeza, ¿por qué no acudes a un especialista?, me decís la mayoría…
Por esta puerta salían los frailes a bañarse a la playa a la que le dieron nombre. ¿Con hábito o sin él?
Paseando por los exteriores de la muralla altos pinos te acompañan... Frodo, ve raudo...
Todo tiene una explicación. Y es que por fin he tenido mi Semana de Séptimos. ¡Hasta en las academias tenemos vacaciones! Y para no faltar a mi tradición familiar…
Calita maravillosa para nadar en soledad.
Septiembre simboliza Baiona.
¡Anda! ¿Quién será esa sombra que me asombra?
Pequeña villa turística desde tiempos inmemoriales y segunda casa junto a Panxón y Praia América de todo buen ourensano estival, Baiona es un lugar perfecto para dejarse llevar por el sonido del océano, las gaviotas y el viento entre los altos pinos que vigilan incansables desde la muralla. Al menos, eso es así en septiembre, claro… Hay gente que dice que julio y agosto es un hervidero de gente. Pero claro, hay también gente que dice que hace mal tiempo… Ahhh, pobres de vosotros, que escogéis la mala época.
Gaivotas en concilio
Desde que entras por Rocamar observando las olas que rompen dejando espuma blanca que te inunda el alma, hasta que salgas por Santa Marta intentando olvidar que ya tienes que regresar a la rutina (ejem, el orden de los factores no altera el producto, se entiende) tienes muchas posibilidades de ocio. No es el sitio con mejores playas de la costa ni mucho menos, pero para el ojo experto (y veterano) tienes puntos clave donde recordar que el agua fría es una maravilla de nutrientes, con lo que no nos debemos quejar. Por un lado, con la marea alta, tanto la Cuncheira como la playa de Frades son sitios idóneos para quien esté un poco acostumbrado a nadar en zonas de mar abierto. Si se busca un lugar tranquilo perfecto para los más pequeños, la playa de Santa Marta, a quince minutos del centro, es de elección. Para nadar con tranquilidad recomiendo una pequeña cala que desaparece con marea alta pero a la que siempre se puede acceder por las rocas, situada entre una antigua cetárea y el malecón, donde si os fijáis en estos meses caniculares, veréis a una joven mirando las nubes y soñando con la eternidad del instante… Pura poesía. Si lo que os gusta es ser espectadores del ímpetu del océano, dejaos seducir por las rocas plagadas de mejillones y colonizadas por tranquilas gaviotas que os permitirán cortejar unas aguas que regalan siempre lo mejor de ellas mismas.
Mirando por la ventana que da a la mar.
Y con diez cañones por banda.
Y como una buena amiga mía apunta… mes con la letra “r” en su nombre significa buen marisco. Baiona es un gran sitio para disfrutar de la comida, y si se sabe dónde apuntar, aún encima será asequible. Para los que alquiléis apartamento la plaza abastos, recientemente modernizada y centro neurálgico la villa tiene lo más fresco de lo fresco. Oigan. Una simple merluza, pues sin parangón. Para los más carnívoros, la mejor carne de ternera también la he probado aquí.
Cielos que claman su protagonismo al atardecer; yo me dejo seducir.
Y si vuestra opción es la comodidad de un buen restaurante, tenéis para todos los gustos: familiares y excelentes sitios de tapas, restaurantes con gran relación calidad-precio y locales prestigiosos donde poder sacar la VISA a gusto, para quien lo desee. Sin olvidarnos de ese ente donde derrochar a mansalva que es el Parador (fortaleza de Monterreal). No durmáis allí a menos que os sobre mucho, no toméis nada a menos que no os importen las cifras. Pero visitadlo, que por un euro podéis rodear toda la muralla, soñar con los cañones y los torreones y explorar en busca de tesoros entre las ruinas de la casa de los criados. De vez en cuando, hasta podéis ver a un joven de barba castaña y vestido al modo medieval encomendándose para la guerra y posando, ya de paso, para una fotógrafa paciente y arriesgada. Si es que tiene de todo.
La calita de las fanecas, paraíso terrenal. Yo aviso. De ambas cosas.
Por supuesto, no nos podemos olvidar de la villa en sí. Baiona marca la diferencia con los demás centros de vacaciones de la zona por poder presumir de uno de los más interesantes cascos históricos. Santa Liberata, la Colegiata, el crucero de la Santítima Trinidad. Sus calles de piedra, la casa del Concello. Sus fuentes, su gente, cada esquina, cada pared. Descubrir algo nuevo de cada vez.
Piedra y sal.
Hasta aquí he intentado dar una visión general de lo que puede ofreceros Baiona. Muchos de vosotros iréis y me diréis que deja de ser un sitio agradable para pasar una tarde. Pero es que para mí… ¡Ay!
Por eso habrá una segunda parte ;)
¡No nos despedimos!












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