No todos los
Séptimos tienen que ser tan especiales o diferentes. Al menos desde el punto de
vista del amable lector.
Tenemos un
factor condicionante para esto, y se llama comienzo del otoño. Parece que hasta
que nuestros cuerpos se ajustan al pasmo del final del verano, con los
agravantes del IVA, del recibo de la luz ahora que se han igualado las noches y
los días para empezar a sobrepasar el tiempo los primeros, y a la operación
Pokemon (qué le queréis, está en nuestras conversaciones hasta en wushu), los
días se ponen más desganados.
Con una
salvedad: yo misma. Festejo la llegada del otoño y del invierno como la que
más. Para muestra, un botón: el otro día saqué las botas. Y no me tembló el
pulso.
Pero claro,
hay inclemencias contra las que una no puede luchar.
Así que os
propongo el plan de los días lluviosos con rachas de viento mortales que
arrancan árboles y los colocan, traviesas ellas, en medio de la carretera.
Aceptando las
horas de sueño como un regalo venido de las alturas, por la mañana me dediqué a
labores de costura. Para los que no lo hayáis descubierto ya (conste que no
pretendía mencionarlo en este blog, pero así es la vida), soy cosplayer. Y no
hay nada más duro para esta especie que el verano del MIR. Tiempo, tiempo, lo
que es tiempo, justito. Pero he dado el paso más duro: hacer los patrones y
cortar la tela. Lo demás, coser y cantar (oh, aplauso por la ocurrencia). He de
decir que como no me fiaba del todo de mi corte, lo hice primero en papel y
quedó digno de la pasarela Cibeles. El mundo nunca lo verá, una gran pérdida.
Y la tarde…
No soy muy original, pero tenía verdaderas ganas de una visita familiar al
pueblo de mi madre. San Tomé de Ramirás, cerca de Celanova, es un pequeño
núcleo que como muchos otros se está quedando sin habitantes. Los más ancianos
mueren y nadie quiere ir allí. Ley de
vida, éche o que hai. Así que nos encaminamos directamente a ver a mi familia a
la Bulleira.
Y a partir de
aquí, son historias propias que no os ayudan, pero en las que seguro os veis
reconocidos. La cocina. Todos alrededor de la mesa. Charlar. Reír. Novedades.
La tía Celia tan guapa como siempre, divaga un poco de más últimamente, pero
sigue con esa mirada y esas manos. Y el tiempo pasa…
Y claro.
Árbol en medio de la carretera, papá ni se te ocurra volver otra vez por el
monte, que con la ida vas que te matas (y si hacemos la vuelta, pues a lo
mejor, se cumplen tus expectativas de viaje). Regreso intempestivo por
Celanova. Gruesa niebla sobre la ciudad de Ourense en su valle, dejando que la
manta la tape y hasta otro día, a mí no me rindáis cuentas, que fuisteis
vosotros los que os asentasteis aquí.
Supongo que
no era lo que esperabais. Pero es que no se pueden escribir siempre grandes
historias. Eso os pasará a vosotros también, y por eso podéis deducir que sin
embargo y pese a lo anodino de la redacción…
Para mí ha
sido un gran Séptimo. De los mejores.
¡Hasta el
Séptimo que viene!
A mí me gusta tanto como el resto de Séptimos... estos tranquilos a veces se agradecen...
ResponderEliminarEsperaré el siguiente con ganas, como siempre!!
(te sigo fielmente ;))
Sara
Yo siempre te he querido.
EliminarPero claro, me dices esto y es que ya... no sé qué hacer: si cogerme un avant, si ir volando...
Muchas gracias por este apoyo incondicional que me das. Eres una de las causas que hacen qeu siga haciendo Séptimos!!
^^