Hay Séptimos
que empiezan siendo Sextos.
Hay veces que
hay que emigrar un rato.
Hay
despedidas que parecen bienvenidas.
Y cómo estaba todo... |
Plan
inmejorable. Porque no todo va a ser triscar por los montes o profundizar en el
bello arte de la costura. Mi alma indivisible de todos los Séptimos de mi vida
(léase Séptimo en su vertiente más filosófica) me llamó a disfrutar de una
velada inolvidable en su casa, donde las olas lamen las aceras, el salitre
atraviesa el olivo y llega hasta el balcón de una casita en la que sin comerlo
ni beberlo la fiesta pasa a degustación, y la degustación a los conciertos
improvisados.
Candelabros hechos a mano. Como todo lo especial en esa casa... |
Despedir a un
compañero de piso puede sonar difícil, o duro, o incluso triste. Pero claro,
eso es el común de los mortales. Cuando en una casa los compañeros de piso son
un núcleo familiar, todo se vuelve mucho más divertido. De hecho, el compañero
nunca se va. Y por eso la fiesta es más fiesta.
Y cuando todos son expertos de la cocina, y
apañados como cualquier madre soñaría, pues no digo más. Decoración, globos del
amor, guitarras, tambores y letras improvisadas. Y la casa se iba llenando de
gente.
¡Era la Fiesta del Amor! Porque la vida se lo merece. |
Y es que el
karma, amigos míos, es mucho karma. Generadlo del bueno, porque os pasarán
cosas como estas. La gente llegaba con la sonrisa pintada en la cara. Todo el
mundo hablaba, reía, comía, bebía. Se dejaba mecer por la música que sonaba, de
la de verdad, de la buena. Coros que piden a gritos las actuaciones que
prometieron por el evento del facebook. Los músicos se preparan. La cantante
tira de sus mejores galas. Los papeles de última hora, risas, una copa de licor
café por aquí, saca el vino de Oporto por allá…
Y a grabar.
En la Casa
del Amor, las fiestas son únicas e irrepetibles.
Y los globos se amaban, y nadie se atrevía a condenarlos... Amor de Helio. |
Ya sabéis de
qué os hablo. Todos habéis ido a esa fiesta en la que a muchos no los conocías,
o que los has visto pocas veces. Pero todo el mundo atiende, todo el mundo
cuenta, todo el mundo se divierte. Abrazos, risas, Natalia la vaca va perdiendo
bolitas. La noche se empieza a hacer madrugada. Salimos a la calle. Cuando un
amigo se va, algo se muere en el alma. Abrazo de grupo. Algunas despedidas,
aprendo el significado de la “bomba de humo”. Sonrío, ¡así las cosas son mucho
más fáciles! Bailamos, lo disfrutamos, la noche se hace fría, comparto mi
bufanda, se la acabo dando entera porque esta mujer siempre sale con menos
chaquetas de las que hacen falta. Sailor Júpiter en un bar observa mientras el hombre
va razonando solo a través de la pista. Guerreros celtas vestidos de azul, corean
a la chica del megáfono.
La chica que
siempre sonríe (¡y lo contagia!) me mira y da en el clavo: “hay estilo pijo,
estilo alternativo… este tiene un concepto nuevo: estilo inconsistente”. Lo
grabo, en mi retina y en mi maltrecho cerebro. La crónica se perdería un gran
momento de la noche.
Mi cortisol
se va acabando. Y claro, ella, siempre así de atenta, propone la recogida. Hay
gente que continúa, la noche aún es noche y las gaviotas dan su beneplácito.
Nosotras nos vamos yendo…
Y al día
siguiente, yo busco un bus mientras ellos planean que, dado que ha sobrado
tanta comida, una velada en la playa puede ser lo mejor. Instrumentos, ganas y
a disfrutar. ¡Porque esos sí son Séptimos de verdad!
¡AJAJÁ! La prueba del delito. |
Setas sabrosísimas para darle a ese vecino al que no soportas. |
Pensando en
el buen ambiente que aún me mece, subo en el coche del taxista. Hombre
encantador, que sabe disfrutar de sus propios Séptimos, y me acuerdo del karma.
Sonrisas, me deja a mi hora para coger mi transporte. Pero a todo esto, ¡aún es
mediodía! Comida rapidito porque me subo a mi pueblo, ¿qué pensabais? Recoger
piñas retardantes con la sensación de estar cometiendo un acto vandálico,
buscar amanitas muscarias para mi colección de fotos, mirar hacia el bosque,
ver la luz, y ahí está otra vez… ¡el karma! Limpiar lo que queda de la casa, la
luna casi llena, y yo he conseguido hacer todo lo que me proponía, incluido
quedar al final del día con un buen amigo. Yo, rota. Él, también. Nada. A su
casa, a jugar a la consola y de paso, hablar de niños que maúllan en pelis
japonesas. Me da que voy a tener pesadillas…
Bailarinas sobre la hierba. |
¡Maldito
karma!
Este ha sido
un Séptimo fantástico. Rodearse de gente así le genera a uno toda la energía
que se necesita para afrontar la semana. ¡Para qué se quiere más! Pero estoy
segura de que las sensaciones que os he descrito, aunque un poco peculiares por
salir directamente de los dedos sin pensar demasiado (o pensando con el
corazón), os son familiares. No lo dudéis, id con la gente que os hace sonreír
al recordar los momentos que pasáis juntos. Eso es impagable.
Claro. El Karma. |
Y este Séptimo…
ración doble, no digo más. Voy a empezar a invocar el espíritu del gato.
¡Hasta el
Séptimo que viene!
¡AJAJÁ! Segunda prueba del delito. Con premeditación y alevosía. |
que experiencia... q grandes emociones... q divertido... cuanto me alegro q tu septimo haya sido tan completo ;)
ResponderEliminarJoooo... que bonitas las fotos y las palabras!! Siempre encuentras la manera adecuada de contar las cosas!! Me ha encantado que hayas estado allí con nosotros compartiendo esa noche de despedida alegre! Besos, mi niña bonita! :D
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